Desde la AEP nos hacemos eco, de la interesante columna de opinión del Dr. Pedro Calaza Martínez, Presidente de la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos, respecto a la forma de gestión del árbol urbano

Ya en 1986 uno de los más prestigiosos arboricultores del mundo, Alex Shigo, padre de la arboricultura moderna afirmaba que “Un árbol sin ramas no es un árbol”. Parece sencillo entender el porqué de esta afirmación desde una mirada de la anatomía y morfología arbórea tradicional, pero también desde una visión contemporánea de la gestión de arbolado urbano que tiende a optimizar los denominados servicios ecosistémicos, es decir, los beneficios que obtenemos de la naturaleza. En este caso, podemos destacar la sombra, captura de contaminantes, filtración de rayos UV, captura de micropartículas, ocio y relajación. Es decir, los beneficios que proporcionan las hojas que curiosamente, aunque parezca mentira, aunque ya los niños pequeños los dibujan así, están en las ramas

Por tanto la gestión racional, técnica y científica debe perseguir optimizar la superficie de copa, ello conlleva podar menos, solo lo imprescindible, así lo dice la ciencia, el publicado estándar europeo de poda o la recién aprobada Ley de restauración de la naturaleza europea que fija un umbral del 10% como la superficie mínima cubierta por árboles en las ciudades. Todo ello implica cambiar el indicador de referencia habitual de número de árboles en la ciudad por el de la superficie de la ciudad cubierta por la copa. A nivel internacional y en algunas ciudades en España ya se utiliza este indicador, pero lamentablemente seguimos viendo ejemplos y escuchando voces que hablan desde un desconocimiento de la praxis de la arboricultura o desde una mirada sesgada a la ciencia y a la arboricultura moderna. La gestión del arbolado debe avanzar hacia el conocimiento científico y los que toman las decisiones en su gestión deben tener conocimientos y argumentos para lograr un arbolado sano, seguro, útil y funcional para la mejora de la vida en las ciudades. Por tanto, dejemos trabajar a los que saben y no a los que imponen su criterio vacuo, ya que como afirmaba nuestro escritor Baltasar Gracián: “el primer paso de la ignorancia es presumir de saber”.

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