Le Voyage à Nantes es una colección permanente con más de 120 obras de arte al aire libre: en pleno casco antiguo o en medio del Océano, siguiendo el Estuario o erigida en las tierras de viñedos de Nantes. Cada año, el Voyage à Nantes de verano enriquece la colección permanente mediante instalaciones temporales o permanentes, de arte contemporáneo, en el espacio público
En esta ciudad el árbol es un figurante inmóvil cuando todo se mueve a su alrededor. Él nos cubre, nos protege y nos observa en cuanto le dedicamos una mirada. Gracias al trabajo de algunos artistas, volveremos a observar aquello que ya no miramos. En el itinerario Le Voyage à Nantes destacarán árboles que los artistas acariciarán con su arte para que volvamos a levantar la mirada. Para conocer el papel que tienen en la naturaleza urbana se han previsto tres opciones:
-Interpretar la materia y el mundo fantástico que despierta un árbol determinado cuando le prestamos atención, como hace Henrique Oliveira a través de sus obras
-Dejar que los artistas intervengan en los árboles sin lastimarlos
-Encontrar dispositivos para realzar, sin tocarlos, esos árboles “destacados” y delicados, obras de arte por sí mismos. Algunas de estas criaturas vegetales estarán señaladas con una joya. Esta forma de arte correrá a cargo de Aurélie Ferruel y Stéphane Pelletier ,en los árboles destacados en la línea verde, y también en el Viñedo Nantés
Como ejemplo de las obras 2024, la propuesta de Henrique Olivera en la Plaza Graslin, Le rêve de Fitzcarraldo. El título se inspira en la película homónima, que plasma la voluntad destructora de un hombre tan apasionado por la lírica que decide construir una Ópera en el Amazonas.
A base de trozos de madera reciclados de Brasil, con ramificaciones enormes entrelazadas, Oliveira crea un ser vivo, poderoso e intrusivo. El resultado, espectacular e inquietante, desafía los límites entre lo natural y lo artificial y crea un diálogo entre lo vegetal y la arquitectura: el espacio público se convierte en un cruce entre lo imaginario y la realidad